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La Ruta de China

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A mediados de febrero de 1885, el general francés François De Négrier (1839-1913) ya sabía que su campaña de ocupación de Vietnam era un fracaso. Establecer una simple colonia en este país del Sudeste asiático no era un gran logro para su país si no conseguía abrir por la fuerza una ruta comercial hacia China. El problema no radicaba en establecer la ruta, sino en entrar con las tropas expedicionarias por el Sur de China y conquistar un territorio para reclamarlo como colonia. Solo así, la gran campaña que había empezado con la expedición de 1858 que ocupó la región habría rendido sus frutos. Cualquier otro resultado podría considerarse una derrota, un desperdicio de recursos y una demostración de que, como potencia colonial, Francia no estaba a la altura de Gran Bretaña, con su rentable colonia y tratados exclusivos en China.

Aliados de la tierra

Desde la colonia francesa de la Conchinchina hasta el Imperio 清 Qīng existía ya un camino, una ruta utilizada por los locales en el comercio. Esto representaba una ventaja logística doble, por un lado, porque las tropas francesas tenían delimitado el camino por el que marchar, y por el otro porque una vez conquistado el Sur de China la ruta comercial ya estaba construida. No obstante, esta ruta, conocida por los franceses como la “Ruta de China” era en realidad una condena ya que, en todo momento, sus enemigos sabrían exactamente qué camino recorrían las tropas expedicionarias. 

En Đồng Đăng, la última ciudad antes de la frontera con China, los generales 冯子材 Féng Zǐcái (1818-1903) y 潘鼎新 Pān Dǐngxīn (1828–1888) prepararon un recibimiento especial para los invasores. Sobre un altiplano de tierra de 300 metros de altura colocaron el grueso de las piezas de la artillería de las que disponían. Si bien la artillería era principalmente anticuados cañones chinos, incapaces de responder al alcance y velocidad de los modernos cañones franceses, su posicionamiento no podía ser mejor. Sobre un acantilado, las antiguas piezas artilleras miraban hacia abajo, a la “Ruta de China”. Cualquier soldado a las órdenes de Francia que intentara seguir el camino en dirección norte, sería terriblemente bombardeado desde una posición segura y difícil de responder. 

La única forma de alcanzar con infantería esta posición defensiva sería escalar la subida al altiplano por su flanco oeste. Al ser este un punto sensible, un pequeño grupo de cañones se escondieron protegiendo la subida y diversos grupos de infantería china se apostaron preparados para responder a un posible ataque. 

Posicionamiento de las tropas chinas y francesas antes de los enfrentamientos.

Los generales chinos pensaron que la artillería francesa estaría impedida de responder a la artillería china desde abajo y la infantería sería incapaz de subir el altiplano por el oeste, lo cual forzaría al general De Négrier a atacar y ocupar la ciudad de Đồng Đăng, ubicada justo debajo del altiplano. Si bien la ciudad ocupaba parte de la zona baja, dominaba una pequeña montaña que se contrapone al altiplano, desde donde la artillería francesa sí podría responder a la china. Para evitar que se tomara la ciudad, las tropas chinas habían construido una línea de pequeñas fortificaciones de tierra y madera al oeste que, junto a la ciudad de Đồng Đăng, conformaban una línea defensiva. Cualquier intento de ataque desde cualquier punto implicaría un gran número de bajas francesas. 

Mapa dibujado por los mandos franceses durante 1885. Pueden verse todos los movimientos militares franceses y la ubicación de las posiciones chinas.

Algo no va bien

El 23 de febrero, a las 8 de la mañana, las columnas francesas emprendieron su marcha en dirección a China desde Lạng Sơn, la última ciudad capturada tras una victoria pírrica. La vanguardia francesa pronto descubrió que los pueblos se encontraban todos abandonados y comenzaron a sospechar que algo terrible los esperaba más adelante. Para prevenir una emboscada, se encargó al jefe de batallón Tonnot que dirigiera una avanzadilla conformada por reclutas vietnamitas, seguida por una legión francesa, una batería de artillería y un cuerpo de caballería. 

Tras pasar un para nada despreciable fuerte chino abandonado, la avanzadilla fue emboscada por un pequeño cuerpo de escaramuzadores chinos. Si bien el ataque los tomó por sorpresa, nadie en las líneas francesas fue herido. Tonnot ordenó al cuerpo de artillería principal que ocupara la colina justo detrás del punto donde fueron emboscados para proveer fuego de cobertura. Sin embargo, para cuando la artillería se reportó en posición lista para atacar, no había señales de los escaramuzadores chinos por ningún lado. Lo que Tonnot no sabía era que, si bien el cuerpo de escaramuzas tenía la orden de apuntar y disparar a los franceses, el objetivo no era producir un daño, sino que el sonido de los rifles sirviera como advertencia al grueso de las tropas chinas que esperaba en Đồng Đăng y el altiplano. 

Cuando las tropas francesas pasaban por los pueblos vietnamitas, se esperaba que mostraran sus respetos o serían duramente reprendidos. L. Huard, La guerre du Tonkin (Paris, 1887).

Atraído por el fuego de una vela

Al escuchar los disparos chinos, el general De Négrier se apresuró para llegar al frente y apoyar el avance. Se unió al jefe Tonnot, pero no había enemigos por ningún lado. Previendo que las tropas chinas aprovecharían el valle por el que discurría la “Ruta de China”, De Négrier ordenó al cuerpo de legionarios del comandante Bérard que ocuparan el punto más alto que podía verse al este y desde donde seguro tendrían una buena vista de la ciudad de Đồng Đăng. En los mapas, De Négrier llamó a ese montículo “Monte Bérard”. 

A la vez que el comandante Bérard se abría paso tortuosamente hacia el monte bautizado en su honor, la avanzadilla se dividió en dos grupos, abandonando el camino y tratando de posicionarse a ambos lados en busca de posiciones chinas. Al oeste de la ruta, los legionarios del comandante Diguet se acercarían a las fortificaciones occidentales mientras que, al este, los reclutas vietnamitas se desplegarían entre la ruta y el monte Bérard. Lo que esperaba con este movimiento el general De Négrier era dar la impresión de atacar las visibles fortificaciones occidentales intentando subir por el oeste, mientras los vietnamitas protegían el despliegue de la artillería en el monte.

El comandante Bérard y sus tropas corren hacia su monte.

Como peces en el agua

Al ver las tropas francesas desplegándose por todo el terreno frente y bajo ellos, los generales chinos apostados en el altiplano dieron la orden de que dos grupos salieran al encuentro de los legionarios y los vietnamitas. El plan era tomarlos por sorpresa antes de que desplegaran su artillería. 

El primer grupo chino bajó desde las fortificaciones occidentales y atacó a los legionarios. Sin embargo, una batería de artillería francesa ya había tomado posición en un montículo y, al ver la columna china, abrió fuego. Inmediatamente se dio la orden a las tropas chinas de volver a los fuertes.

El segundo grupo salió al encuentro valiéndose de los reclutas vietnamitas. Con el fuego de la artillería desde la ciudad de Đồng Đăng, las tropas chinas rompieron el frente colonial y, al ver movimiento en el monte inmediatamente por encima de ellos, las tropas corrieron a impedir el posicionamiento de la artillería de Bérard. La artillería china recibió la orden de bombardear el monte. De pronto y sin esperarlo, el comandante Bérard se vio hostigado por una potencia de fuego nunca vista en toda la campaña. La intensidad y la puntería de la artillería china, con una rápida velocidad de recarga nunca antes atestiguada en el conflicto, desorientó al comandante francés. Las baterías que no habían sido desplegadas todavía debieron retroceder y buscar cualquier loma cercana donde resguardarse. 

Dos grupos chinos salen al encuentro de los legionarios y de las tropas de Bérard.

Al ver como si principal baza de victoria se desplomaba, con los reclutas vietnamitas siendo desbandados, la artillería de Bérard colocándose en cualquier posición y tropas chinas ocupando el Monte Bérard, De Négrier ordenó a dos cuerpos de legionarios de sus tropas tomar el monte a cualquier costo. Al ver llegar los refuerzos, el comandante Bérard lideró el contraataque. Al poco de comenzar a subir su monte, recibió un certero disparo en el pecho que lo dejó terriblemente herido. Mientras sus hombres lo arrastraban para sacarlo del campo de batalla, las tropas chinas se retiraban del monte, dejando espacio para que los legionarios permitieran el posicionamiento de la artillería francesa.

Una partida de ajedrez

Al ver el panorama con claridad, el general De Négrier descubrió que para poder continuar por la “Ruta de China” debía destruir las defensas chinas sobre el altiplano. Para poder responder a la artillería del altiplano, debía posicionar sus baterías en la ciudad de Đồng Đăng. Y para poder tomar la ciudad sin que el ataque supusiera la pérdida del grueso de sus tropas, debía atacar los fuertes occidentales. 

El grueso de la artillería francesa buscó posiciones y comenzó a atacar los fuertes occidentales. Al principio la artillería china respondió, pero al ver que el alcance de los cañones chinos no era suficiente para alcanzar las baterías francesas, pronto se apagaron. Luego de un bombardeo prolongado, las fuerzas chinas apostadas en una línea de trincheras en el frente de los fuertes se retiraron.

Al ver la primera línea retirándose y el silencio de los cañones chinos, De Négrier ordenó a una gran fuerza francesa tomar los fuertes. Protegidos por la artillería y a la carrera, las tropas llegaron a los muros de los fuertes y comenzaron a escalar, preparados para un cruento combate cuerpo a cuerpo. Sin embargo, al posicionarse en los fuertes occidentales, pudieron ver a lo lejos a las tropas chinas marchando en retirada hacia el oeste, internándose más en Vietnam en lugar de retroceder en dirección norte hacia China. 

Desde un montículo cercano, dos soldados expedicionarios franceses contemplan la ciudad de Đồng Đăng y el altiplano protegido por las tropas chinas. Neis, P., Sur les frontières du Tonkin (Paris, 1888).

Carrera hacia el infierno

Con los fuertes del Oeste ya desalojados, la artillería francesa se centró en bombardear un conjunto de casas que había en las afueras de Đồng Đăng. Una vez comenzó a expandirse el fuego por estas estructuras, De Négrier ordenó al 111º Batallón que tomara la ciudad a la carga, dirigiendo por delante a un grupo de reclutas vietnamitas que harían las veces de carne de cañón. 

El 111º Batallón avanzó con paso firme por un kilómetro de campo descubierto, desde los montículos donde estaba la artillería hasta un río que se encontraba justo en medio del camino a la ciudad. Ni bien se hicieron visibles las formaciones chinas, desde la meseta la artillería china comenzó a abrir fuego. Acompañándolos, tiradores apostados en la ciudad, y un grupo de escaramuza apostados en las casas incendiadas y semiderruidas abrieron también fuego con sus rifles. Al alcanzar el río, la formación francesa era un completo desorden, con todas las unidades mezcladas y con personas heridas por doquier. En el río el avance se detuvo, con decenas de soldados franceses y reclutas extranjeros desconcertados. La marcha había causado un gran número de bajas y cruzar el río implicaba avanzar incluso más lento, con el agua hasta la cintura y sin ninguna posibilidad de responder al fuego, ya que debían concentrar sus esfuerzos en mantener secas sus armas y munición.

Al ver el desorden y cómo cada vez caía un mayor número de hombres, un grupo de jóvenes oficiales franceses se lanzó al río dando la orden de continuar avanzando, con la esperanza de que sus soldados los siguieran. Al terminar de cruzar el río, los pocos hombres que no habían dudado en seguir a sus oficiales y que no habían sido heridos o muertos por el intenso fuego chino, realizaron una carga de bayoneta improvisada. Para alentar a sus compañeros, los oficiales desenvainaron sus espadas. Al ver a los soldados enemigos cargando a poco menos de 200 metros, los escaramuzadores chinos comenzaron a replegarse hacia el interior de la ciudad. Estos escaramuzadores no esperaban una carga frontal y, para cuando se dio la orden de replegarse, los primeros soldados ya comenzaban a llegar. Así se produjo una intensa batalla cuerpo a cuerpo, en la que los soldados franceses perseguían a los chinos entre las casas de la ciudad. Gracias a las estructuras de Đồng Đăng, se encontraban protegidos de la artillería china en el altiplano. 


Los legionarios ocupan los fuertes occidentales, las tropas de Bérard ocupan su monte y las vietnamitas ocupan Đồng Đăng.

Escalando el acantilado

Tras haber despejado ya los fuertes occidentales y la ciudad, el general De Négrier dio la orden de que la gran mayoría de las unidades atacaran el altiplano. Desde la ciudad, las tropas reclutadas en Vietnam debían salir al descubierto abandonando la protección de la ciudad e intentando responder al fuego que provenía desde el acantilado. Esto pretendía ser más una maniobra de distracción que un ataque real. Mientras los cañones chinos disparaban hacia la ciudad, el grueso de las fuerzas francesas se lanzó a la carrera para escalar el altiplano y llegar a lo alto lo antes posible. 

Desde el oeste, las tropas francesas escalaron el acantilado bajo el fuego chino que protegía las subidas. El teniente segundo Émile Portier, que dirigía el flanco francés más cercano a las posiciones chinas, fue herido de muerte en la maniobra. El teniente De Colomb logró entrar con sus hombres en la primera línea de trincheras chinas que protegían el acceso a la zona donde estaba desplegada la artillería china, pero al verse superado en el combate cuerpo a cuerpo, todos los grupos franceses cercanos debieron concentrarse en este punto para evitar ser arrojados fuera de las trincheras y, por tanto, nuevamente a una zona donde podían ser disparados fácilmente. 

Retrato del teniente segundo Émile Portier.

Tras tomar la línea de trincheras, los batallones franceses se lanzaron contra la artillería china en el altiplano. El grueso de las tropas chinas recibió la orden de retirarse. No obstante, algunos pequeños grupos ocuparon posiciones estratégicas tras grandes piedras para cubrir la retirada y retrasar el avance francés. Tras unas horas, estos grupos fueron reducidos, las tropas francesas se hicieron con el altiplano y la mayor parte de las tropas chinas marchaba ordenadamente hacia el paso de 镇南 Zhèn nán, la frontera entre China y Vietnam. 

Los legionarios atacan el altiplano.

Un suplicio que no acaba

Con los tres puntos estratégicos tomados, las tropas francesas estaban en condiciones de asegurar la ciudad, para dejar a sus heridos, planificar alguna línea de suministros y continuar avanzando, ahora ya sí para atacar China. Sin embargo, la situación no era tan sencilla. 

Por un lado, las tropas que habían formado parte de los fuertes occidentales se habían escabullido en dirección oeste, internándose en territorio inexplorado para los franceses. Los mandos francos sabían que en cuanto abandonaran el altiplano, las tropas chinas en territorio vietnamita podían volver a recolocarse para cerrarles nuevamente el paso. 

Por otro lado, el general 冯子材 Féng Zǐcái se encontraba a pocos kilómetros con un gran número de soldados chinos frescos, protegiendo la frontera. La diferencia entre los cansados soldados franceses y los recién concentrados soldados chinos podía ser decisiva en el campo de batalla. 

Por último, al comenzar a desplegarse en varias columnas para avanzar por diferentes caminos para proteger a la columna principal central, rápidamente se encontraron con un pequeño montículo en donde había algunas piezas de artillería china y algunos soldados. Desde el montículo las tropas chinas dominaban la “Ruta de China” y solo podían ser atacados de forma frontal subiendo el desnivel a la carrera.

Un dragón en las montañas

Ya muy desgastadas, las tropas francesas tenían una única opción: realizar un ataque masivo sobre el paso de 镇南 Zhèn nán. Si conseguían, a cualquier coste, penetrar en territorio chino y ocupar ciudades y poblados locales, la guerra habría valido la pena, ya que se podría pasar a la negociación con una corte imperial 清 Qīng debilitada por las derrotas. No obstante, si la sangría que la campaña estaba resultando continuaba manteniéndose en el tiempo, no les quedaría otra que retirarse con las manos vacías, habiendo gastado muchos recursos y vidas humanas, retornando a Francia como el primer gran ejército europeo derrotado por China. Los generales chinos 冯子材 Féng Zǐcái, 刘永福 Liú Yǒngfú y 潘鼎新 Pān Dǐngxīn también sabían esto y estaban dispuestos a hacer lo que fuera necesario para proteger la frontera y rechazar la invasión. Como un dragón agazapado en las montañas, las tropas chinas se preparaban para escupir fuego y acero sobre quien osara intentar cruzar. 

Fotografía del paso de 镇南 Zhèn nán en el siglo XIX, autor desconocido.
 

(1) Lecomte, J., Lang-Son: combats, retraite et négociations (Paris, 1895).



Torres, L. N. y Díaz, M. E. (29 de enero de 2025). La Ruta de China. China desde el Sur. https://www.chinadesdeelsur.com/2025/01/la-ruta-de-china.html

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