Este artículo es una invitación a honrar lo que nos vuelve humanos, valorándolo, cultivándolo y siguiendo el ejemplo de los sabios que abrieron el camino para ayudarnos a pensar en ello. Al mirar la historia y la actualidad, nos damos cuenta de que es bastante difícil. Elegimos un filósofo de Grecia y otro de China, para mostrar que es un problema de la humanidad en general, no de una cultura en particular. Y no pensemos que siempre los bestias son los otros....
Los seres humanos compartimos el planeta con otros animales. La relación con ellos ha sido compleja a lo largo de la historia: nos aliamos con algunos que viven con nosotros como animales de compañía, explotamos a otros, extinguimos algunos. El atractivo que han ejercido sobre la humanidad es innegable, no solo en su interacción, sino como símbolo o como término de comparación. Al compararnos con ellos, resaltamos lo que nos une o lo que nos separa. Somos seres vivientes que compartimos este planeta; usamos el lenguaje para comunicarnos normas sofisticadas que nos posibilitan vivir en grandes grupos y coordinar tareas comunes. Por medio de este organizamos la comunidad ética y política e intentamos vivir conforme a reglas consensuadas y variables histórica y culturalmente.
Cuando un ser humano se comporta al margen de los límites de la humanidad, solemos pensar en un animal salvaje. Si bien es cierto que no se trata de una comparación ajustada, dado que las personas eligen el salvajismo y las consideramos responsables, hay algo en esa equiparación que nos resulta significativo, porque es recurrente. Las figuras elegidas son los depredadores, los animales peligrosos y salvajes.
Aristóteles
Aristóteles, en Ética Nicomaquea VII, 5, caracterizó al hombre bestial (theriótes) como aquel que no puede ser juzgado por las normas morales del común de las personas porque se comporta muy por debajo de lo esperable para un ser humano. Quedaría, así, en los límites de la humanidad. A este estado se puede llegar, según él, por una condición innata o bien por malas decisiones que, de a poco, se alejan de la condición humana.
En Política I Aristóteles vuelve a valerse de la comparación con los animales, y en un caso lo muestra como mejor que estos y, en otro, como peor:
El humano es el único animal que tiene palabra (lógos). Pues la voz (phoné) es signo del dolor y del placer, y por eso la poseen también los demás animales, porque su naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y de placer e indicársela unos a otros. Pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo perjudicial, así como lo justo y lo injusto.
Y esto es lo propio del humano frente a los demás animales: poseer, él sólo, el sentido del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, y de los demás valores, y la participación comunitaria de estas cosas constituye la casa y la ciudad. (Política I, 2, 1253a; trad. de García Valdez, parcialmente modificada)
En este pasaje, a la vez que se exalta la humanidad, se señala cuáles son las condiciones de su superioridad, de tal modo que si no se las cumple, esta se perdería. Un poco más adelante muestra cómo, incluso, el hombre puede ser el peor de los animales:
Pues así como el humano cabal es el mejor de los animales, así también, apartado de la ley y de la justicia, es el peor de todos. La injusticia más insoportable es la que posee armas, y el humano está naturalmente provisto de armas al servicio de la sensatez y de la virtud, pero puede utilizarlas para las cosas más opuestas. Por eso, sin virtud, es el ser más impío y feroz y el peor en su lascivia y voracidad. (Política I, 2; trad. de García Valdez, parcialmente modificada)
El Clásico de los Ritos y Mencio
Dada la importancia que los ritos poseen en el pensamiento confucianista, no es extraño que en el《礼记》Clásico de los Ritos son justamente estos los que impiden que los seres humanos nos comportemos como bestias salvajes.
《礼记·曲礼上》
Lǐ jì·Qū lǐ shàng
鹦鹉能言,不离飞鸟;猩猩能言,不离禽兽。
Yīng wǔ néng yán, bù lí fēi niǎo; xīng xīng néng yán, bù lí qín shòu.
Los loros pueden hablar, pero no dejan de ser aves que vuelan; los monos pueden hablar, pero no dejan de ser bestias.
今人而无礼,虽能言,不亦禽兽之心乎?
Jīn rén ér wú lǐ, suī néng yán, bù yì qín shòu zhī xīn hū?
Si ahora los hombres no poseen ritos, a pesar de que puedan hablar, ¿su corazón no es también el de una bestia?
夫唯禽兽无礼,故父子聚麀。
Fū wéi qín shòu wú lǐ, gù fù zǐ jù yōu.
Si sólo son bestias sin ritos, entonces el padre y el hijo comparten la hembra.
是故圣人作,为礼以教人。使人以有礼,知自别于禽兽。
Shì gù shèng rén zuò, wèi lǐ yǐ jiào rén. Shǐ rén yǐ yǒu lǐ, zhī zì bié yú qín shòu.
Por esto las personas se hacen sabias, para enseñar a las personas por medio de los ritos y hacer que se diferencien de las bestias.
Mencio sigue la misma comparación al afirmar, criticando a filósofos que no consideraban valioso el vínculo con los padres o los gobernantes. Estos vínculos se consideran básicos y podemos pensar que, si no se respetan estos, no se respetarán los demás:
无父无君,是禽兽也。
Wú fù wú jūn, shì qín shòu yě.
Si no tiene padre y no tiene gobernante, este es una bestia.《孟子·滕文公下》Mèng zǐ, Téng wén gōng xià.
¿Qué podemos concluir de la similitud entre Aristóteles y dos de los clásicos confucianistas? Claramente los seres humanos nos valemos de la comparación con los animales en varios sentidos. Solo uno de ellos aparece en estos textos: el peligro del salvajismo no como crítica a los animales salvajes sino como horizonte que, si los seres humanos traspasamos, nos volvemos algo muchísimo peor que cualquier depredador. Esto nos tiene que llevar a considerar el peligro que supone la especie a la que pertenecemos y tratar de favorecer y hacer crecer todo aquello que nos vuelve mejores. No es casual que usemos "humano" y "humanitario" en términos positivos: en nosotros subyace, también, aquello que nos puede volver excelentes, para nosotros mismos y para otros.
Díaz, M. E. y Torres, L. N. (3 de septiembre de 2024). La bestia en los límites de la humanidad. China desde el Sur. https://www.chinadesdeelsur.com/2024/09/la-bestia-en-los-limites-de-la-humanidad.html
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