En enero de 1885, las tropas expedicionarias francesas apostadas en la isla china de 台湾 Táiwān recibieron gran cantidad de refuerzos, principalmente soldados africanos reclutados de manera forzosa en las colonias francesas. El objetivo era tomar el puerto de 基隆 Jīlóng, aunque entre ellos y el puerto se interponían más de 35.000 soldados de élite chinos repartidos en diferentes fuertes, murallas y trincheras. El teniente general Jacques Duchesne (1837-1918), que años más tarde sería conocido como “el conquistador de África”, esperaba que, a pesar de su inferioridad numérica, un ataque masivo conseguiría romper las defensas chinas. En parte confiaba en la superioridad de su armamento en comparación con el desactualizado equipamiento chino, aunque esto era en realidad un prejuicio propio más que una realidad.
Representación china del desembarco francés. |
La muerte de un héroe bandido
El 25 de enero de 1885, con las nuevas tropas africanas Duchesne ordenó una gran carga contra la fortificación de 月眉山 Yuè méi shān, a la que llamaron La Table en francés. Utilizando a las tropas africanas como carne de cañón, en 3 días de continuas ofensivas consiguieron tomar uno de los picos, lo que habilitaba a la artillería francesa a tener un buen ángulo para atacar las defensas chinas de 月眉山 Yuè méi shān. No obstante, el 28 de enero las ofensivas debieron detenerse debido a las intensas lluvias. Aprovechando que las tropas francesas habían detenido su avance, el 31 de enero las tropas chinas intentaron volver a capturar el pico subsidiario, aunque fueron repelidos a corta distancia.
Aunque este contraataque chino no consiguió su objetivo principal, el de recuperar la posición defensiva, si consiguió un objetivo secundario que el general chino 刘铭传 Liú Míngchuán tenía muy en claro y con el que los mandos franceses no contaban: el desgaste enemigo. El general 刘铭传 Liú Míngchuán sabía que era posible que en el campo de batalla la experiencia de los mandos franceses y la superioridad de algunas armas pudiera jugarle en contra, pero confiaba en resistir indefinidamente gracias a los recursos de toda China que constantemente arribaban a la isla de 台湾 Táiwān. A lo largo del tiempo, la pequeña Francia con sus colonias no podría resistir el desgaste constante de los enfrentamientos contra las tropas chinas.
En el contraataque, el comandante de batallón 张仁贵 Zhāng Rénguì fue una de las pérdidas más grandes del lado chino. 张仁贵 Zhāng Rénguì era el jefe de un grupo de bandidos taiwaneses que, cuando el general 刘铭传 Liú Míngchuán realizó un llamamiento para abandonar viejas diferencias y colaborar para enfrentar a Francia, no dudó en alistarse bajo su mando y aportar 200 hombres de infantería que servían junto a él. Así 张仁贵 Zhāng Rénguì, un peligroso bandido, se transformó en todo un héroe nacional, demostrando que cuando se cierne una amenaza externa, el patriotismo es lo más importante. Aunque murieron muchos soldados franceses, en un primer momento los mandos francos no descubrieron la ingeniosa jugada del general 刘铭传 Liú Míngchuán, ya que despreciaron las pérdidas francesas porque en su mayoría se trataban de tropas africanas. La mayoría de los reportes solían contar solo las bajas de ciudadanos franceses, y por esta razón no es raro ver conteos del estilo de “2.000 bajas chinas estimadas y 3 heridos franceses”, normalmente también exagerando las bajas chinas y no distinguiendo entre muertos y heridos.
El fuerte de la miseria
Las tropas chinas estaban equipadas con uniformes ligeros, frescos y cómodos, que priorizaban la movilidad del soldado por encima de la estética. Por su parte, las tropas francesas estaban vestidas con pesados y recargados uniformes europeos, muy bonitos para los desfiles, pero terriblemente incómodos para el clima del Este de China. Las constantes lluvias empapaban las pesadas telas de los uniformes, haciendo la ropa más pesada e incómoda, y las excesivas capas de telas gruesas provocaban que los soldados nunca pudieran tener ropa seca. Incluso el uniforme era una condena, ya que los famosos pantalones rojos, muy llamativos y característicos, destacaban sobre el verde de la vegetación y el marrón del barro, volviendo a los soldados objetivos más fáciles de identificar. Este problema del color de los pantalones no fue solucionado hasta la Primera Guerra Mundial (1914-1918), cuando las bajas provocadas por la visibilidad de las tropas se hicieron insostenibles.
Bajo la lluvia y el frío, las tropas francesas mantenían el pico subsidiario a duras penas. Desde el fuerte de 月眉山 Yuè méi shān, dos modernos cañones Krupp alemanes respondían al fuego y además un grupo de infantería atacaba constantemente con cohetes tipo Congreve. Los cohetes eran un modelo británico algo anticuado y no conseguían hacer un gran daño, pero eran un asedio psicológico casi constante.
Detalle de un tipo Congreve de las guerras napoleónicas, similares a los utilizados por las tropas chinas. |
Debido a todas las incomodidades y el constante ataque chino, los franceses comenzaron a llamar a la pequeña posición fortificada "Fuerte de la miseria". Según describió Garnot, la lluvia apagaba los fuegos que encendían y la ropa comenzó a desteñirse por el constante correr del agua. Los soldados dormían acurrucados en charcos de barro, ya que no había ninguna superficie firme y seca en la que acostarse. Junto a estas penosas tropas había reclutas de Vietnam, que vestían un simple taparrabos y ropa vieja que habían robado de los soldados franceses muertos. En pleno invierno, el agua fría de las lluvias fue una condena para los soldados que buscaban desesperadamente calentarse y no podían secarse.
Al ritmo de las lluvias
El 2 de marzo las lluvias terminaron y Duchesne ordenó otra gran ofensiva. Concentrando nuevamente las tropas, lanzó múltiples ataques sobre diferentes fuertes y trincheras chinas. Los ataques siempre estaban precedidos por unidades africanas, que eran las que sufrían las más terribles bajas y servían como escudo humano para los soldados franceses que venían por detrás. Las tropas consiguieron romper las defensas chinas en varios puntos, haciéndose con posiciones estratégicas. El 9 de marzo, tropas chinas se batieron en retirada en muchos puntos, dejando que los franceses ganaran un gran territorio, aunque no consiguiendo apoderarse del tan deseado puerto.
Tras estos días de ofensivas, los mandos franceses comenzaron a preocuparse por las bajas. Por un lado, los batallones africanos habían sido terriblemente diezmados, lo que impediría utilizarlos en los siguientes ataques como primera línea para recibir el fuego chino. Por otro lado, las bajas de ciudadanos franceses no eran pocas y sabían que, en cuanto las noticias circularan por las calles de Francia, la opinión popular se opondría a la campaña.
Gran ofensiva francesa del 7 de marzo.
Cortar los suministros
Los mandos franceses descubrieron el plan de desgaste planteado por sus contrapartes chinas y decidieron poner fin a los suministros desde el continente. Por esta razón, y aprovechando que habían capturado importantes posiciones defensivas, destinaron parte de las tropas para tomar las islas 澎湖 Pēnghú (conocidas en español a veces como Pescadores) ubicadas a mitad de camino de 台湾 Táiwān y utilizadas por la flota china como punto intermedio para traspasar el bloqueo francés.
Este movimiento cortó definitivamente con los suministros chinos, pero las tropas defensoras contaban con tantas armas, munición y comida que el efecto fue imperceptible. De hecho, esta división de las fuerzas francesas puso en jaque la campaña, ya que ahora las tropas apostadas en la isla no eran suficientes para seguir con los ataques masivos. El teniente general Duchesne comenzó a buscar alguna alternativa para continuar ganando terreno, aunque su situación era cada vez más desesperada, ya que desde las posiciones que había tomado podía visualizar como las tropas chinas construían nuevas fortificaciones a mitad de camino de la ciudad portuaria que pretendía capturar. No obstante, mientras cavilaba sobre el siguiente movimiento, noticias desde Vietnam cambiaron completamente el curso de la guerra.
Vistas desde el pico capturado por las tropas francesas. |
Cartas desde Vietnam
Desde la perspectiva del teniente general Duchesne, la guerra parecía estar siendo un éxito: sería solo cuestión de esperar nuevos refuerzos coloniales, lanzar nuevas ofensivas y hacerse con el control de 台湾 Táiwān para luego forzar la firma de tratados desiguales a China. No obstante, en marzo de 1885 recibió una carta desde Vietnam en la que se le solicitaba replegarse para proteger a las tropas en retirada francesas allí. La sorpresa de Duchesne debió ser mayúscula ¿cómo podía el general Négrier estar batiéndose en desesperada retirada del centro de Vietnam si hacía pocos días estaba a punto de tomar ciudades chinas en la frontera? La campaña de penetrar China desde Vietnam no solo había sido un fracaso, sino que ahora las tropas francesas huían desesperadamente atravesando la espesa jungla vietnamita, mientras eran perseguidos por tropas chinas.
El general Négrier, considerado un gran estratega de la guerra moderna, en el filme 龙之战 Lóng zhī zhàn, La guerra del dragón (2017) |
El enemigo de mi enemigo
Mientras Duchesne se preparaba para evacuar sus tropas a toda velocidad y ayudar a un herido general Négrier perseguido en Vietnam, un destacamento militar japonés se acercó a la región en manos francesas. El capitán Tōgō Heihachirō expresó su admiración por el accionar francés en la isla y solicitó visitar las fortificaciones conquistadas. Aunque no eran formalmente aliados, los mandos franceses no tenían razones para mostrar enemistad con Japón, así que accedieron a ofrecer una visita guiada a las zonas conquistadas antes de retirarse. El general de ingenieros Joseph Joffre, quien años más tarde obtendría la insignia de mariscal y sería condecorado como héroe de la Primera Guerra Mundial como uno de los ideólogos de la victoria del Marne, llevó a Tōgō a recorrer los fuertes. Joffre había sido enviado especialmente para diseñar las fortificaciones francesas que se construirían tras la cesión de 台湾 Táiwān y compartió información de vital importancia con Tōgō, del que creyó que solo quería aprender del poderío europeo y no supo comprender que en realidad estaba eligiendo dónde construiría los fuertes japoneses cuando conquistaran la isla tras la retirada francesa.
Pacto de caballeros
El almirante Lespès se comunicó con el general 刘铭传 Liú Míngchuán para pedir permiso para que las tropas francesas abandonaran la isla sin intercambio de fuego. Además, pidió específicamente que un pequeño cementerio donde los ciudadanos franceses habían comenzado a ser enterrados fuera respetado. 刘铭传 Liú Míngchuán decidió aceptar la retirada y ordenó respetar el cementerio. De esta forma, las banderas francesas bajaron de los fuertes y fueron entregadas a las tropas chinas de manera pacífica. De hecho, cuando la bandera descendió, los cañones franceses y chinos realizaron disparos de saludos, reconociéndose mutuamente como dignos rivales. El cementerio francés, con alrededor de 700 soldados sin nombre ha permanecido hasta la actualidad y puede visitarse, ya que el pacto de respeto firmado por 刘铭传 Liú Míngchuán se ha mantenido a lo largo del tiempo.
La victoria que se buscó ocultar
En 1905, la victoria japonesa sobre Rusia en el Noreste de China causó un gran revuelo en la comunidad internacional. Por primera vez desde la Primera Guerra del Opio (1839-1842), tropas asiáticas conseguían una aplastante victoria sobre tropas europeas. Esto provocó el miedo de que una nueva potencia colonialista pudiera poner en jaque los intereses europeos en China y Sudeste asiático. No obstante, no fue la primera vez que tropas europeas habían sido derrotadas. En 1885, las tropas francesas que habían intentado conquistar partes del Sur y Este de China, así también como partes de Vietnam, debieron retirarse tras una serie de aplastantes derrotas contra tropas chinas. El escándalo que la derrota hubiera causado fue ocultado en Europa, ya que hubiera presentado a las tropas francesas como débiles, lo que podría haber transformado a Francia o a sus colonias en posibles objetivos militares para otras potencias coloniales. Por esta razón se buscó deliberadamente no solo borrar de la memoria esta derrota, sino también eliminar del conocimiento popular esta guerra. Sorprendentemente, un corrupto gobierno imperial 清 Qīng fue partícipe de este movimiento, lo que puso otro clavo más en el ataúd del sistema imperial.
La evacuación francesa. |
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