Le colocamos etiquetas a lo desconocido para sentirnos cómodos y eliminar el desconcierto y generalizamos para tener la ilusión de que entendemos y no sentir el abismo de la infinita variedad. Al hacerlo, sin embargo, nos perdemos lo más interesante.
La historia de las relaciones de China con europeos y estadounidenses marcó épocas en la recepción y evaluación del pensamiento filosófico chino. Por ejemplo, en la Ilustración, las noticias que llegaban de parte de los jesuitas provocaron que muchos pensadores europeos como Voltaire idealizaran China y la forjaran conforme a su imaginación de un mundo más justo y más ilustrado. La etapa de los intentos de las potencias coloniales de adueñarse de China en el siglo XIX estuvo marcada, por el contrario, por un cierto desprecio del pensamiento chino. Los inicios del siglo XX encontraron a los propios pensadores chinos preguntándose acerca de la naturaleza de su filosofía y también sobre su relación con la acción. Durante este siglo y lo que hemos atravesado del presente, la historia de la recepción de la filosofía china está unida de un modo indisoluble a la historia de China y su posición en el mundo.
Orientalismo
Durante el siglo XIX, las potencias colonialistas no estaban solamente tratando de adueñarse de las riquezas de China, sino que lo hacían sistemáticamente con otros países de Asia y África. A la par de esto, se expoliaban riquezas culturales y los académicos comenzaban a producir obras sobre los territorios violentados. Como emergente de esos estudios surgió la construcción de "Oriente", un concepto que abarcaba culturas bien diferentes y que aparecía como lo otro de "Occidente". También el armado de este último era un conglomerado de identidad sospechosa. Ese Oriente era, y continúa siendo, un artificio imaginario, que abarcaba una gran cantidad de culturas ancestrales cuyo parentesco en muchos casos remoto.
Un libro clave para comenzar a desenredar la madeja de la construcción de Oriente es Orientalismo, de Edward Said (1935-2003), publicado en 1978. El orientalismo sería la construcción imaginaria de Oriente, y conduce a la idealización o a la discriminación negativa, pero supone como primera maniobra la homogenización de culturas diferentes. La obra de Said está orientada principalmente al Medio Oriente islámico, pero sus conclusiones se extienden también a otras regiones de Asia en virtud, justamente, del modo en el que fue construido por los europeos.
Si bien entre las acepciones de "orientalismo", según Said, figura un campo de estudios académicos y también una construcción polar respecto de "occidente", es sobre todo una forma de dominación. En el campo de los estudios académicos no se reconoce como una forma de dominación, sino que asume la apariencia de objetividad y cientificidad. Esta construcción fue tan exitosa que los términos "Oriente" y "Occidente" se han incorporado como si fueran descriptivos y neutros. Estos son los conceptos más peligrosos, los que se disfrazan como algo diferente de lo que son.
Sinologismo
Uno de los primeros pasos para romper con el orientalismo es mostrar la heterogeneidad cultural de Asia. Tendríamos, así, por ejemplo, como objeto de estudio la cultura china y no "Oriente". Esto ya representa una enorme ventaja porque cualquier afirmación que se quiera hacer de "Oriente" no se ajustaría a todas las culturas de Asia, y no se ganaría mucho en comprensión. Ahora bien, China es bien variada. Lo ha sido a lo largo de su historia y también actualmente, dada su diversidad regional.
Para aportar a la discusión del problema del estudio de China, el profesor 顾明栋 Gù Míngdòng (1955-) adoptó el término "sinologismo" para caracterizar el imaginario académico respecto de China. El sinologismo no sería una variante del orientalismo por un rasgo fundamental: para el profesor 顾 Gù es una construcción realizada tanto por académicos chinos como extranjeros, y por lo tanto no se aplicaría lo que dijimos antes respecto de caracterización como instrumento de dominación. Desde nuestro punto de vista, la adopción del sinologismo sería la contrapartida académica de modelos teóricos como el de Fukuyama, quien entiende que hay un solo modelo político al que, con mayor o menor fortuna, se encaminan actualmente los países. Ya hemos hablado del debate del especialista estadounidense con el politólogo chino 张维为 Zhāng Wéiwéi.
Así como el orientalismo es un impedimento para la comprensión de las ricas culturas asiáticas, el sinologismo impide entender la especificidad de la cultura china. El sinologismo se advierte tanto en los contenidos como en la metodología con la que se aborda el estudio de los textos chinos. Desarmarlo es una tarea difícil incluso cuando se lo ha identificado y se ha entendido el problema de la adopción de esta perspectiva. Por más complejo que sea, vale la pena porque solo de este modo podemos realmente aprender algo diferente.
Al final de su libro, Said ofrece una luz de esperanza, porque cree que el orientalismo ha fracasado:
Said, Orientalismo (1978:431) |
El hecho de que Said haya escrito su libro, que el profesor 顾 Gù haya forjado el concepto de sinologismo y que alguien esté leyendo esto y le ayude a pensar, aunque no esté totalmente de acuerdo (y esperamos que no lo esté) con las ideas que hemos compartido y que nos han ayudado a nosotros a abordar los textos con una nueva mirada aporta también algo de esperanza.
Fukuyama, F. (1992): The End of History and the Last Man. New York: The Free Press.
Gu, Ming Dong (2013): Sinologism: An Alternative to Orientalism and Postcolonialism. London and New York: Routledge.
Said, E. (1978): Orientalismo. Madrid: Debate.
张维为 Zhāng Wéiwéi (2011) 中国震撼:一个“文明型国家”的崛起 Zhōngguó zhènhàn: Yī gè “wénmíng xíng gu jiā” de juéqǐ, 上海: 上海人民出版社 (trad. ing. The China Wave. Rise of a Civilizational State. Hackensack: World Century Publishing Corporation, 2012).
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