" Cómo no leer los textos antiguos

Cómo no leer los textos antiguos

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Interpretar un texto antiguo es una tarea fascinante y desafiante. No hay un método para interpretar, pero los múltiples caminos que pueden tomarse no están todos al mismo nivel. Las interpretaciones se discuten y realizar esta tarea crítica es parte de nuestro aprendizaje como intérpretes. 

Este artículo se propone mostrar e invitar a la reflexión acerca de cómo se ha interpretado a la primera erudita china, 班昭 Bān Zhāo (49-120). Tomaremos algunos ejemplos que consideramos que no son las vías más fructíferas para la interpretación, pero también mostraremos que es interesante tener en cuenta los presupuestos de estas lecturas. Luego ofreceremos algunos caminos que nos parecen más interesantes.

De la extensa obra de 班昭 Bān Zhāo se conservan unos pocos escritos. El que ha sido leído del modo más anacrónico es «女诫» Nǚ jiè, Lecciones para las mujeres, una obra que escribe para aconsejar a sus hijas cómo comportarse en la casa del marido y que después se convirtió en un clásico de la educación de las mujeres. Cuando presentamos la obra, indicamos que más allá de su insistencia en que niñas y niños reciban educación para la lectura de los clásicos, su posición respecto del rol de las mujeres dentro de la familia sigue los lineamientos generales del confucianismo imperante en la época. Esto es así o porque entiende que este es el orden éticamente correcto o bien porque considera que sólo respetándolo puede afianzar su posición la mujer o por ambas cosas.

Leamos un breve pasaje, de los más controversiales de la obra, para después señalar los problemas que encontramos en las interpretaciones.

女有四行,一曰妇德,二曰妇言,三曰妇容,四曰妇功。

Nǚ yǒu sì háng, yī yuē fù dé, èr yuē fù yán, sān yuē fù róng, sì yuē fù gōng.

El comportamiento de la mujer abarca cuatro áreas: el primero es la integridad moral de la mujer, el segundo son las palabras de la mujer, el tercero es la apariencia de la mujer y el cuarto son las labores de la mujer.

夫云妇德,不必才明绝异也;妇言,不必辩口利辞也;妇容,不必颜色美丽也;妇功,不必工巧过人也。

Fū yún fù dé, bù bì cái míng jué yì yě; fù yán, bù bì biàn kǒu lì cí yě; fù róng, bù bì yán sè měi lì yě; fù gōng, bù bì gōng qiǎo guò rén yě.

Al referirme a estas, la virtud de la mujer no necesitar ser de características especiales ni brillante; las palabras de la mujer no necesitan ser destacadas en la discusión ni agudas; la apariencia de una mujer no necesita ser de una belleza espléndida y las labores de una mujer no necesitan ser insuperables.

En su traducción de este texto al inglés, Ann Pang White comenta que esto pudo haber influido a que las mujeres no intentaran superarse. Nos permitimos disentir. La propia figura de 班昭 Bān Zhāo fue un ejemplo para las demás mujeres: se esforzó en adquirir una amplia cultura y fue una escritora reconocida, que sigue siendo discutida en el siglo XXI. Más allá de los valores confucianistas sustentados por la obra, además, hay un elogio taoísta de la debilidad y la blandura en su obra.

班昭 Bān Zhāo ha recibido juicios todavía más severos. Analicemos dos, uno de un especialista chino y otro de un sinólogo estadounidense. 

陈东原 Chén Dōngyuán escribió en 1937 中国妇女生活史 Zhōng guó fù nǚ shēng huó shǐ, Historia de las vidas de las mujeres chinas y allí es muy crítico con 班昭 Bān Zhāo como parte de un momento de la historia de China en la cual se estaban revisando todos los roles tradicionales y buscando la construcción de una nueva China. Afirma entonces que la erudita china envenenó la mente de las mujeres y las volvió un juguete para su esposo y no un igual. Entendemos que la crítica de 陈东原 Chén Dōngyuán es anacrónica pero comprensible si la pensamos en los críticos años que vivía China en ese momento. Cualquier imagen de sumisión, dentro o fuera de la familia, era un signo de debilidad que conducía a pensar en la de la nación frente a las potencias extranjeras.

Un texto mucho más reciente, Paul Goldin, After Confucius: studies in early Chinese philosophy, publicado en 2005, es mucho más duro que Chén en un contexto bastante menos entendible. Luego de sostener que la autora era conservadora incluso para la época, recomienda a aquellos interesados en estudios de género en China leer otras obras. No le otorga ninguna importancia a que haya sido la primera escritora china ni a su labor de historiadora. ¿Por qué no sería importante leer qué es lo que una erudita del siglo I tenía que aceptar para poder afianzar su posición dentro de su casa -en realidad, la casa de su marido- y la corte?

Todo lo anterior debería llevarnos a preguntarnos para qué leemos los textos antiguos, qué buscamos de ellos, por qué intentamos empujarlos a que nos respondan preguntas actuales y nos ofendemos cuando no lo hacen. En nuestro caso, el solo hecho de que esta historiadora del siglo I añadiera los nombres de las madres de los emperadores en los textos históricos que completó implica aportar su grano de arena para comenzar a resaltar la importancia de las mujeres en la historia. El pasaje que tradujimos, además, nos resulta completamente fascinante si lo analizamos desde la perspectiva del conjunto de las mujeres que debían compartir una misma casa y convivir en paz. ¿Era lo más razonable tener una actitud competitiva tratando de ser la mejor, la más bella, la más hábil, la más discutidora? 

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