Quizás deberíamos haber titulado este artículo "Una invitación a la lectura de los clásicos", porque en la primera parte vamos a hablar del concepto de "clásico" en general, y muchas de las razones para leer clásicos chinos son similares a las de leer clásicos de cualquier tradición. Sin embargo, también vamos a mostrar qué aportan las obras chinas más famosas, tanto para los estudiantes de lengua y cultura china como para quienes disfrutan de la lectura en general.
Un momento eterno en un pequeño paraíso |
A qué llamamos "clásico"
Vamos a dividir esta pregunta en dos:
A) Dentro de la tradición europea
Identificaremos tres momentos clave para entender cómo se construye el concepto de clásico.
MOMENTO 1: Como ha mostrado el profesor García Jurado (1), el origen del término "clásico" se remonta a Aulo Gelio, un autor latino del siglo II e.c. Lo emplea para referirse a los escritores que eran de primer nivel, como una extensión de un uso referido a las clases superiores de la sociedad.
MOMENTO 2: La referencia inmediata de Aulo Gelio son los autores latinos antiguos y recién en el siglo XIX “clásico” se afianza como un término que se aplica principalmente a los textos grecorromanos, como resultado de un rescate de estos textos que comienza en el Renacimiento.
MOMENTO 3: A partir de ese sentido específico referido a los textos grecolatinos, se aplica de un modo más amplio y subjetivo a obras que se consideran excelentes. Este es el sentido que construye Ítalo Calvino en “Por qué leer los clásicos” (2). Su lista incluye a Homero y Lucrecio, pero también a Kafka, Dostoyevski, Leopardi, Proust, Valéry, como parte de una lista que Calvino mismo reconoce como algo azarosa.
El uso del término "clásico" se amplía y comienza a usarse también fuera del campo de las letras para referirse a diferentes cosas consideradas excelentes o bien que no están sujetas a las modas.
B) Dentro de la tradición china
El carácter chino que suele traducirse como "clásico" respecto de textos canónicos es 经 jīng. Su significado básico son los hilos verticales de la trama de un telar y a partir de allí extiende su significación a "norma", "canon" y "texto clásico". Las primeras obras a las que se aplica esta denominación son los 五经, Wǔ jīng, Cinco clásicos confucianistas:
A partir de este uso básico referido a estas cinco obras, encontramos otras listas de clásicos. Quizás la más importante de ella son los 四书 Sì shū, Cuatro libros, que se suman a los Cinco Clásicos para formar el grupo de los 四书五经, Sì shū wǔ jīng, Cuatro libros y Cinco clásicos, que conforman la base de los Exámenes Imperiales a partir del siglo XII por influencia del filósofo neoconfucianista 朱熹 Zhū Xī (1130-1200).
No solo estos clásicos son considerados textos modelo y reciben comentarios e interpretaciones a lo largo de los siglos, sino que también se imita la conformación de grupos de clásicos.
El valor de la lectura de los clásicos
Más allá de los gustos y preferencias personales, los clásicos son libros que no suelen decepcionar. Además de su belleza y el disfrute que es capaz de proporcionar su lectura, nos muestran de un modo accesible elementos culturales destacados. En tanto han sido considerados clásicos por una tradición, nos abren la puerta para la comprensión de otros textos que hablan de ellos. Los clásicos no son nunca textos aislados: dialogan entre sí y con todos sus lectores. Por eso Ítalo Calvino, en el ensayo que citamos antes, afirma que un clásico "nunca termina de decir lo que tiene que decir".
El profesor Carlos García Gual, en un excelente artículo publicado en El País el 23 de octubre de 2016 afirma que “Los clásicos son inactuales: justamente eso es lo más valioso: hablan de cosas que están más allá del presente efímero, y abren otros horizontes y ofrecen ideas sobre el mundo que van mucho más allá de lo actual y cotidiano. Y nos hacen críticos, escépticos y más imaginativos.” (3).
Una lista que amplía sus horizontes hasta China
En el artículo de El País que citamos antes, el profesor García Gual divide a los clásicos en dos: 1) los universales, que son capaces de producir su impacto incluso a través de traducciones y 2) los nacionales, que dependen de ser leídos en su lengua original. Reconoce a continuación que la lista no es fija, sino que varía en cada época. Nos preguntamos, por nuestra parte, si no habrá llegado la hora para ampliar los horizontes hasta los clásicos chinos.
¿Por qué leer los clásicos chinos? Las obras clásicas son un modo que tenemos los seres humanos de entendernos a nosotros mismos, de reflexionar y también de disfrutar de nuestra capacidad creativa. En nuestra página hablamos frecuentemente de los clásicos chinos. Pongamos por ejemplo una de las obras más grandes de la literatura china, el 三国演义 Sān guó yǎn yì, Romance de los Tres Reinos, escrita por 罗贯中 Luó Guàn zhōng (c. 1330-c.1400). Además de relatar unos acontecimientos diplomáticos y bélicos en particular, ofrece una excelente oportunidad de reflexión acerca de cómo somos los seres humanos, de nuestra capacidad de sacrificio pero también de engaño y de lucha por el poder. Los personajes son totalmente humanos en su mezquindad o su grandeza. Para dar solo un ejemplo de su vigencia, una de las obras literarias chinas más famosas del siglo XXI, la trilogía 地球往事 Dì qiú wǎng shì, El pasado de la Tierra, más conocida con el nombre de su primer volumen, 三体 Sān tǐ, Tres cuerpos, escrita por 刘慈欣 Liú Cíxin (1963-), retoma, como una clave fundamental para explicarle a una raza alienígena cómo pensamos los seres humanos, el Romance de los Tres Reinos. Así una obra del pasado se renueva y cobra pleno sentido en el siglo XXI, y nos ofrece la increíble oportunidad de disfrutar por partida doble, con textos de ayer y hoy. Casi no necesita justificación lo que esto representa, además, para los estudiantes de chino.
Compartimos el video de una charla que alude a algunos de los temas de este artículo, que ofrecimos por la amable invitación de los responsables del Instituto de Investigación en Humanidades IIH dependiente del Colegio Nacional Buenos Aires. Esbozamos allí algunas ideas sencillas con el objetivo de abrir un espacio de reflexión y discusión.
(1) García Jurado, Francisco (2010), "La ciudad invisible de los clásicos. Entre Aulo Gelio e Italo Calvino", Nova Tellus 28 (1), pp. 273-300.
(2) Calvino, Ítalo (1992), "Por qué leer los clásicos" (trad. Aurora Bernárdez), Barcelona, Tusquets, pp. 7-13.
(3) García Gual, “Los clásicos nos hacen críticos”, El País 23 de octubre de 2016